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A fines del siglo 18 las pinturas en miniaturas de ojos dentro de diferentes joyas fueron un regalo muy común entre las personas que se amaban y recibía el nombre de "Lover's eye". Fueron un símbolo de pensamientos íntimos, compañía, vigilancia, compromiso y por supuesto, amor, reflejados en un ojo. En un principio existieron como prueba de amor, pero con el tiempo comenzaron a ser usados de distintas formas. En los casos en los que la distancia separaba a los amantes, era común entregar un broche con diamantes al interior de la cúpula de vidrio, una trompe-l'oeil que daba al ojo la apariencia de estar llorando. Otra simbología romántica que podía decorar el ojo era el reflejo del cielo en el iris, eso significaba que la persona que lo portaba había enviudado. Muchas veces el reverso de las joyas incluía un pequeño corte de cabello o trenza sostenida entre vidrios, para acentuar el símbolo de presencia.
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